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¿Hallan la guarida de un kraken prehistórico?

En el periodo Triásico, mucho antes de que existieran las ballenas, en los océanos de la Tierra los ictiosaurios, reptiles marinos del tamaño de un autobús escolar, dominaron la cadena alimentaria, o al menos eso se creía antes de que el paleontólogo Mark McMenamin, del Mount Holyoke College, examinara restos fósiles hallados en Nevada.

Sus estudios indican que habrían existido otras criaturas más grandes y más astutas que los ictiosaurios: los kraken.

McMenamin acaba de presentar los resultados de su trabajo durante la reunión anual de la Sociedad Geológica Americana que se lleva a cabo en Minneapolis. 

La evidencia la encontró en el Berlin-Ichthyosaur State Park del condado de Nye, donde hay restos de ictiosaurios de la especie Shonisaurus popularis, que medían unos 14 metros; la contraparte de los actuales cachalotes devoradores de calamares gigantes.


Las rocas alrededor de los fósiles sugieren que alguna vez fueron parte de aguas profundas, lo que hace aún más misterioso que los cadáveres estuvieran ordenados. "Los diferentes grados de grabado en los huesos indican que los shonisaurus fueron enterrados al mismo tiempo", indica McMenamin. Esto le recordó a un depredador marino que es conocido por su capacidad para la manipulación inteligente de restos de sus presas: los pulpos modernos. "¿Y si hubiera una especie antigua, muy grande, de pulpo, como el Kraken de la mitología? Creo que fueron capturados por un kraken y sus restos depositados tras ser devorados", señala el investigador.

En el yacimiento de fósiles, algunos de los discos vertebrales del shonisaurus están dispuestos en curiosos patrones lineales con una regularidad casi geométrica. La propuesta es la de un kraken del Triásico, que podría haber sido el invertebrado más inteligente que nunca haya existido; que sabía disponer los discos vertebrales en patrones de doble línea, con piezas individuales de anidación como si fueran parte de un rompecabezas. 

Aún más espeluznante: las vértebras dispuestas se asemejan a un tentáculo de cefalópodo.



Pero, ¿podría un pulpo realmente haber cazado estos enormes reptiles nadadores? En 2006, para averiguar qué mataba a los tiburones en uno de sus tanques, personal del Acuario de Seattle recurrió a una cámara de video. Descubrieron que el asesino era un gran pulpo que había en el mismo depósito. 

"Creemos que este cefalópodo en el Triásico hacía lo mismo", dijo McMenamin. Entre las evidencias están la existencia de costillas rotas en los fósiles de shonisaurus y el cuello torcido de los ictiosaurios. 

Sin embargo, no hay pruebas del asesino, es el crimen perfecto, porque los pulpos del Triásico tenían la mayoría cuerpo blando y no se fosilizaron bien. Sólo sus picos, o partes de la boca, son duros, pero las posibilidades de que se conserven son muy pocas.


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